...en ocasiones regresa y le beso en los labios para que la protección le sea menester, la de mis brazos. El hijo que nunca tuve crece y crece, se hace grande en su incorpórea presencia pero no le veo a diario, no lo amamanté, ni le cuidé, ni le ayudé. El hijo que nunca tuve también cumple sus años pero jamás sopló sus velas ni le hice ningún regalo.
El hijo que nunca tuve es un luto tras su entierro que en sombra pertubadora se aparece en la debilidad más llana e iracunda de mi breve soledad buscada, aislada e indigente.
No obstante me alegra el no verle !desde hace tanto!.., que ya no recuerdo hablarle, ni desearle suerte, ni esperarle...; aquél hijo se va esfumando por los cauces del pasado, entre las tinieblas más ruines de otra época que sin más pasó. Aquél hijo es un vestigio, una errónea creencia, un alimento caducado, una ruta equivocada, un viaje al ayer.
"A las que si tuve, a las que de veras quiero, a las que educo, a las que me quieren y a las que me educan. A mis hijas."